Para el túper del trabajo o para cenas diferentes. Aquí arranca un nuevo serial de recetas destinado a combatir el verano, esa época donde se mezclan la desgana, la sempiterna operación bikini y la galbana.
En este primer plato tenemos como protagonista a la berenjena. Sobre ella se cierne una sombra de sospecha. Es más difícil de preparar que el calabacín, el primo tontorrón. Su amargura freudiana requiere que pase un buen rato con sal, a modo de terapia. Si la fríes, conviene hacerlo con abundante aceite, muy caliente y hacerlo trozo a trozo para que no absorba toda la grasa. En fin, es algo compleja, pero también más rica. Con una carnosidad con la que pocas hortalizas pueden competir.